Las Islas Cíes, pertenecientes al Parque Nacional Marítimo-Terrestre das Illas Atlánticas de Galicia, son conocidas por su belleza paisajística, sus playas de arena blanca y sus aguas turquesa. Sin embargo, más allá del turismo diurno y las rutas de senderismo, se oculta un mundo que despierta cuando cae el sol: la fauna nocturna, un ecosistema vibrante y apenas explorado que revela los secretos mejor guardados de este archipiélago atlántico.
Un ecosistema protegido que se transforma al anochecer
Cuando las últimas embarcaciones regresan a la costa y el silencio se adueña del entorno, las Islas Cíes se transforman. La actividad humana cesa y da paso a un conjunto de interacciones biológicas que solo pueden observarse bajo la luz de la luna. Este fenómeno natural convierte al parque en uno de los hábitats nocturnos más singulares de Europa, donde conviven especies autóctonas y migratorias en un delicado equilibrio ecológico.
Las aves marinas: protagonistas del cielo nocturno
La pardela cenicienta (Calonectris diomedea)
Una de las especies más emblemáticas que protagoniza las noches en las Cíes es la pardela cenicienta. Estas aves, de gran tamaño y vuelo majestuoso, regresan a sus nidos en los acantilados al caer el sol, emitiendo su característico canto gutural que resuena como un eco fantasmal por toda la isla.
Durante la época de cría, entre mayo y septiembre, las pardelas recorren cientos de kilómetros para regresar a sus madrigueras. La oscuridad les ofrece protección frente a los depredadores aéreos, y su sincronización grupal permite observar auténticos espectáculos naturales de aterrizaje masivo en zonas escarpadas.
Gaviotas patiamarillas y cormoranes moñudos
Aunque también visibles durante el día, al caer la noche las gaviotas patiamarillas se agrupan para descansar y proteger a sus crías. Los cormoranes moñudos, por su parte, buscan refugio en zonas rocosas menos transitadas. Estas especies, aunque más discretas por la noche, siguen activas en sus desplazamientos hacia zonas de pesca.
Pequeños mamíferos y su comportamiento crepuscular
Erizos, ratones y musarañas
Aunque menos visibles, las Islas Cíes albergan poblaciones discretas de pequeños mamíferos, como el erizo europeo, el ratón de campo y la musaraña común. Estas especies salen de sus escondites bajo las piedras y matorrales durante la noche en busca de alimento, aprovechando la baja temperatura y la menor actividad humana.
Su papel es esencial en la cadena trófica del parque, ya que contribuyen al control de insectos y a la dispersión de semillas. La observación de sus rastros —huellas, restos de comida, excrementos— es parte del trabajo nocturno de los investigadores del parque.
Invertebrados y la explosión de vida en el suelo y la costa
Luciérnagas y escarabajos nocturnos
Las luciérnagas, con su bioluminiscencia característica, forman parte del imaginario mágico de las noches en las Cíes. Estas pequeñas criaturas aparecen durante los meses más cálidos y se concentran especialmente en los claros del bosque y zonas húmedas. Su luz es una señal de apareamiento y sirve también como defensa ante depredadores.
Otros invertebrados, como escarabajos de tierra, ciempiés, arañas lobo y caracoles, se activan con la humedad del rocío nocturno, desarrollando una actividad intensa que es clave para la descomposición de la materia orgánica y el mantenimiento del ciclo de nutrientes.
Moluscos y crustáceos en las rocas intermareales
Durante la bajamar nocturna, el litoral rocoso se convierte en un hervidero de vida. Cangrejos, lapas, mejillones, erizos de mar y pulpos aprovechan la tranquilidad del entorno para alimentarse, cambiar de refugio o aparearse. Con la ayuda de una linterna tenue y precaución, es posible observar estas especies en plena actividad, desplazándose por grietas y charcas salinas.
Anfibios y reptiles: discretos pero presentes
Aunque en menor cantidad que en tierra firme, en las Islas Cíes habitan algunos anfibios y reptiles que desarrollan su actividad principalmente al anochecer. Destacan:
- La salamandra rabilarga gallega, que puede encontrarse en zonas húmedas próximas a fuentes naturales de agua.
- El lagarto ocelado, más visible al amanecer, pero activo en las primeras horas de la noche.
- La rana ibérica, cuyas llamadas forman parte de la banda sonora nocturna en las zonas bajas de vegetación densa.
Los murciélagos: guardianes del cielo nocturno
Los murciélagos desempeñan un papel fundamental en el control de poblaciones de insectos, especialmente mosquitos y polillas. En las Cíes se han identificado al menos tres especies, todas inofensivas para el ser humano y con patrones de vuelo ágil y errático que se detectan fácilmente al anochecer, sobre todo cerca de fuentes de luz o zonas con arboleda.
Estos mamíferos voladores utilizan la ecolocalización para orientarse en la oscuridad, y anidan en fisuras de rocas, cuevas o estructuras abandonadas. Su presencia es un indicador claro de la buena salud del ecosistema.
Normas para observar la fauna nocturna de forma responsable
Para disfrutar de la experiencia nocturna sin alterar el equilibrio natural de las Islas Cíes, es esencial seguir una serie de recomendaciones:
- Evitar el uso de linternas potentes o con luz blanca. Se recomienda utilizar luz roja o filtros cálidos que no molesten a los animales.
- Guardar silencio y no interferir en los movimientos de las especies.
- No alimentar ni tocar a los animales, por muy cercanos o inofensivos que parezcan.
- No salir de los senderos autorizados, especialmente de noche, para evitar accidentes o dañar hábitats sensibles.
- No usar flashes ni drones, ya que pueden provocar estrés en las aves marinas o desorientar a otras especies.
Vivir la noche en las Islas Cíes: una experiencia inolvidable
Quienes deciden pernoctar en el camping autorizado de las Islas Cíes, único lugar donde se permite dormir dentro del parque, tienen la oportunidad de adentrarse en un mundo que muy pocos llegan a conocer. El cielo estrellado, libre de contaminación lumínica, se fusiona con los sonidos naturales de un ecosistema vibrante que se revela lentamente con cada minuto de oscuridad.
Acompañados por guías especializados o simplemente dejando que los sentidos se agudicen, es posible comprender que la vida en las Cíes no duerme al anochecer, sino que se transforma en un espectáculo natural silencioso, fascinante y necesario.
Un universo oculto que merece ser protegido
La fauna nocturna de las Islas Cíes nos demuestra que el verdadero valor de este paraíso va mucho más allá de sus playas o paisajes diurnos. La riqueza biológica que se activa al caer la noche es una muestra de la biodiversidad gallega en su estado más puro. Preservar este equilibrio depende de nuestra capacidad para contemplarlo con respeto, admiración y responsabilidad.